sábado, 8 de octubre de 2016

Sí hay algo de luz, después de todo, el mar negro no es infinito.

El valor de las personas. De un alma.

En estos momentos de mi vida me siento  muy a gusto con muchas cosas, a una semana de haber empezado el instituto (uni) he sido capaz de hablar con mucha gente, estar animada y sociable. Un paso alante para resolver mis cuestiones internas. Es refrescante y vigorizante, estar todo el tiempo en casa ya me estaba deprimiendo.
Me he dado cuenta de a poco de la fragilidad de las personas, de como acercarme, de que la sinceridad vale que un mundo se mantenga en pie. 
El valor de ser amable, básicamente.
He aprendido algo sobre el valor de las personas, sobre verlas como seres iguales a mi, con ansiedades, problemas, sentimientos. Y lo importante de éstos.
He hecho amigo que se han ido a lugares más allá de los límites del país mal administrado en el que vivo. Amigos que por los momentos mantengo y adoro ayudarles, como puedo, hablándoles un poco y dándoles consejo, incluso simplmente para que no se sientan solos.
Estos conocimientos los he estado utilizando para moderar mis mismos sentimientos negativos.
Me encanta la carrera que estoy empezando, veo y siento el agotamiento, pero se muy bien que valdrá la pena, y además me fascina todo lo que tiene que ver con ello.
Siento que en poco tiempo he crecido como persona.
A veces me aplastan las situaciones que se dan por fuentes externas, tan pesadas e inquebrantables, tan desmotivantes. Pero seguirse moviendo es a clave, los puntos de inspiración, son la clave para no perderse en el mar negro que nos rodea, si no te mueves, te ahogas.
El sentirme cómoda hablando con alguien, incluso a los niveles más íntimos, es una sensación que no cambiaría por nada. Querer a las personas, se siente realmetne mejor que odiarlas, aunque a veces lo segundo parezca tan imposible de evitar.